Dentro de los métodos en los que el cuerpo cumple un rol “participativo”, en lugar de ser sometido a tratamientos invasivos, se destaca la Terapia Cráneo-Sacral.
Esta terapia (TCS), que consiste en aplicar una leve presión con las manos, pone en funcionamiento los procesos naturales de curación del cuerpo.
Durante 30 años ha demostrado ser eficaz en una amplia gama de trastornos clínicos vinculados con el dolor y a diversos cuadros clínicos. Es un tratamiento de elección única, y puede combinarse con otras técnicas tradicionales o complementarias.
Esta metodología, ha demostrado aliviar, tanto en niños como en adultos, una amplia gama de trastornos como:
- – Disfunciones congénitas
- – Trastornos de la succión y respiración en bebes
- – Lesiones del sistema nervioso central, medulares y pares craneales
- – Dolores craneofaciales y migrañas
- – Fatiga y Estrés
- – Incoordinación motora
- – Dolores crónicos de cuello y espalda
- – Escoliosis, discopatías, hernia de disco
- – Bruxismo y disfunciones de la articulación témporo-mandibular (ATM)
- – Trastornos de aprendizaje
- – Estrés post-traumático y emocional
- – Autismo y trastornos de la conducta
Se recomienda como tratamiento preventivo ya que mejora el sistema inmunológico y aporta mayor energía, calidad de sueño y equilibrio físico y mental.
Una Gran Respuesta con solo un leve contacto en el que el terapeuta entrenado puede percibir las pulsaciones del sistema Cráneo-Sacral trasmitido a todo el cuerpo a través del Sistema Fascial, constituido por Tejido conectivo. Adoptando este tipo de abordaje, el método resulta muy seguro y eficaz.
Como cada órgano, cada músculo, cada vaso etc. está envuelto por esta Fascia, una restricción en la misma puede alterar la estructura del cuerpo y afectar su función. El trabajo terapéutico consiste en ayudar al paciente a re-establecer el flujo normal de movimiento mediante la atenuación o desaparición de esas resistencias.
El Sistema Cráneo-Sacral tiene la función vital de mantener el medio en el que funciona el Sistema Nervioso Central.
Lo conforman las membranas meníngeas y huesos a los que éstas se insertan y el líquido cefalorraquideo que rodea y protege el cerebro y la médula espinal: incluyendo el cráneo (bóveda, cara y boca) y el sacro. Dado que el cerebro y la médula espinal están dentro del Sistema Nervioso Central, es fácil comprobar que el SCS posee una marcada influencia sobre gran variedad de funciones corporales.
Mediante este método, el terapeuta en lugar de actuar sobre el cuerpo para modificar esta situación, sigue las señales del mismo que le indican cómo proceder.
Este sistema tiene la función vital de mantener el medio ambiente en el que funciona el sistema nervioso central.