En este artículo de El Mundo debatimos si una crema puede eliminar la grasa corporal mientras vemos nuestra serie favorita o descansamos plácidamente. Pues bien, tras esta sugerente propuesta, no hay más que humo.
Muchos de los remedios mágicos para perder peso no solo no funcionan si no que, si lo hicieran, serían un ‘regalo envenenado’…
Eliminar la grasa corporal al dormir o mientras nos tragamos de una sentada la nueva temporada de la serie de moda. Sin mover ni un solo músculo, ni sudar, ni cansarnos. Sin eliminar de nuestra dieta azúcares, harinas refinadas o grasas ‘malas’. Sólo con untarnos una crema con mucha fe, eso sí.
El plan, aparentemente, suena de escándalo: perder lo que sobra sin esfuerzo. Lo malo es que, tras esta, aparentemente, sugerente propuesta no hay más que humo. Es más, aunque fuera real, sería un ‘regalo envenenado‘. Un pan para hoy y un hambre para mañana que acabaría por salirnos muy caro.
“Sería maravilloso perder peso o grasa mientras dormimos solo con frotarnos una crema. Pero no es posible. A estas alturas se debería detectar cuando algo es falso, por muy buena campaña de marketing que tenga detrás, y advertirlo. Sobre todo, si, como en el caso del producto del que estamos hablando, lo que está en juego es la salud.”, asevera María Amaro, especialista en nutrición y creadora del Método Amaro de pérdida de peso.
De esto ya hemos hablado varias veces en ZEN, la sección de salud y bienestar del periódico El Mundo. “Algo que nos aplicamos sobre la piel no puede tener ese efecto y, menos todavía, si después de hacerlo, nos vamos a la cama. Porque este tipo de cremas, debido a los componentes que llevan, suelen producir un efecto calor que podrían optimizar sus resultados si las utilizáramos para hacer ejercicio. ¿Por qué? Porque, durante la actividad física, se intensificaría la capacidad lipolítica que supuestamente tienen estas lociones y que únicamente se percibirían en las capas más superficiales de la dermis”.
Con la fe no es suficiente
Insiste Amaro en que “por mucha fe que tengamos en la cosmética, no vendría bien mal recordar que la grasa y la celulitis se alojan en las capas más profundas de la piel, zonas a las que una crema no llega”.
“¿Este producto me va a ayudar, de verdad, a adelgazar? ¿Me va a ayudar a eliminar grasa? ¿Va a producir esos efectos adelgazantes mágicos que se le atribuyen mientras duermo?”. Esas son las preguntas que, según esta especialista, se debería de hacer la gente antes de invertir su dinero en la compra de este tipo de cosméticos.
Y es que, tal y como señala Amaro, “si anhelamos tener una piel más tonificada y el porcentaje de grasa adecuado a nuestra edad y condición física lo que tenemos que hacer es practicar más deporte y llevar una dieta equilibrada. Y si, además de todo eso, nos aplicamos una crema adecuada con un buen masaje, tendremos una piel más bonita e hidratada”, aclara la especialista.
Menos promesas vanas y más hábitos saludables
Una recomendación que nos ayuda a comprender perfectamente por qué este tipo de productos milagro son, en realidad, ‘regalos envenenados’ ya que, aun en el supuesto que cumplieran las promesas que sostienen sus campañas publicitarias (cosa que no ocurre), no harían más que esconder el verdadero problema, “porque el objetivo no es adelgazar poniéndonos una crema, sino adoptar unos hábitos de vida saludables que nos permitan estar bien”.
Los atajos, cuando está en juego la salud, nunca son recomendables. Ni las cremas que eliminan la grasa mientras dormimos; ni las fajas para adelgazar con las que, en lugar de perder peso, lo que hacemos es deshidratarnos; ni los chicles de zinc, cuyos edulcorantes (polioles) pueden generar un efecto laxante si se consumen en exceso; ni los batidos détox que, además de generarnos una ansiedad terrible por no poder hincar el diente a una comida de verdad, nos pueden ocasionar problemas renales debido a su elevado contenido en oxalatos.
Así que menos promesas vanas y más hábitos saludables: movernos, comer bien, descansar y, aquí viene lo más complicado, tratar de mantener a raya el estrés.
