En este artículo de El Mundo desvelamos si es verdad que el picante ayuda a adelgazar .
No, no es una leyenda urbana. Estas son las razones por las que el picante puede ayudarnos a controlar nuestro peso.
Lo de que el picante adelgaza es la típica historia que se escucha por ahí sin que nadie sepa muy bien cuánto hay de verdad y cuánto de leyenda urbana tras esa afirmación.
Para sacarnos de dudas, nada mejor que recurrir a María Amaro, una de las especialista en nutrición ‘de cabecera’ de ZEN. “Eso de que el picante aumenta el metabolismo hay que desmitificarlo un poco, pero sí que es cierto que puede aportarnos beneficios muy concretos a la hora de controlar nuestro peso“, arranca.
La clave, señala esta especialista, radica en un compuesto químico que contienen los alimentos picantes:
“La capsaicina es un alcaloide natural
que hay en los chiles, tanto en el jalapeño o la cayena como en el habanero. Entre sus múltiples cualidades, la capsaicina ayuda a reducir la producción de grelina, conocida como la hormona del hambre, incrementando la sensación de saciedad, tal y como se ha podido constatar en diversas investigaciones”.
Si utilizamos el picante en lugar de la sal, “encontraremos en la capsaicina un gran aliado para disminuir la retención de líquidos” y, lo que es igual o más interesante, “conseguiremos un aumento de la temperatura corporal que va a favorecer un mayor gasto energético”.
Y eso, ¿por qué ocurre? Básicamente, relata Amaro, “sucede porque la capsaicina potencia la termogénesis, es decir, hace que nuestro cuerpo tenga que quemar más calorías para digerir el mismo alimento que si no llevara a picante. Para ser más exactos, se estima que añadir picante a nuestros platos puede ayudarnos a quemar unas 50 calorías adicionales más” .
La capsaicina es “una molécula que estimula los receptores del dolor y, entre sus beneficios, destacan su efecto analgésico, anticancerígeno, antiinflamatorio y antioxidante“.
Analgésico y antidepresivo natural, “fomenta la liberación de endorfinas y dopamina para mitigar esa sensación de picor que se produce al ingerirla, de ahí que muchas personas experimenten esa sensación de bienestar al tomarlos”.
Es decir que, tras esa pasión por el picante, hay ‘truco’. “Cuando decimos que nos gusta la comida picante es porque hemos caído en ‘el engaño’ urdido por nuestro propio cerebro que, para ‘combatir’ la sensación de ardor, hace que se desate una tormenta de hormonas del placer que, inmediatamente, nos inunda de euforia y bienestar”.
Amaro apunta que “ese escozor tan intenso que nos provoca el picante en la boca se llama pungencia y, como dato curioso, merece la pena contar que los mamíferos somo los únicos animales que lo percibimos”.
La ligera inflamación bucal que ocasiona al tomarlo propicia que “la mucosa sea más sensible, disminuyendo la percepción del resto de sabores de los alimentos que tomemos en ese momento“.
¿Qué hacemos si nos hemos pasado de la raya y no aguantamos el picor? “Pues, en lugar agua, que es lo primero que se nos puede venir a la cabeza, lo suyo es tomar lácteos (leche, yogur, queso, etc.). Los lácteos no solo nos van a proporcionar un alivio inmediato, sino que ayudan a disolver las moléculas de la capsaicina de una manera mucho más efectiva que el agua”.
Llegados a este punto, nos queda claro que el picante, además de otros beneficios, puede ser un buen aliado para perder peso, siempre y cuando, “seamos personas sanas y, obviamente, no tengamos úlceras gastrointestinales, gastritis, síndrome de intestino irritable, problemas hemorroidales o hepáticos. Tampoco, se recomienda en el caso de mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, ni en niños menores de seis años”.
Siempre y cuando, “lo consumamos con moderación, porque, en caso contrario, puede provocar alteraciones de la mucosa gastrointestinal, úlceras, nauseas, diarrea, hemorroides… E, incluso, si nos excedemos mucho durante un largo periodo de tiempo, cáncer de estómago. Pero esto es algo que solo ocurriría en casos muy extremos”.
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