| Isabel Preysler en su instagram @isabelpreysler |
En este artículo de El Mundo analizamos cómo la socialité puede lucir una figura tan enjuta, ni recomendable ni saludable.
Mantener a los 70 un cuerpo propio de los 30 no es sano; según los expertos. Isabel, “espejo de muchos”, luce una delgadez extrema
Ya no hay photoshop que lo disimule. Durante su aparición en una boda celebrada en Sevilla, Isabel Preysler llamó la atención por una delgadez tan extrema como preocupante. Porque, más allá de consideraciones estéticas (para gustos, los colores), lo que está claro es que la madre de Tamara Falcó (Chabeli, Enrique, Julio José y Ana) anda otra vez por ese mínimo histórico de kilos que ya rozó hace una década, coincidiendo con el fallecimiento de su hermana y el ictus de su, por aquel entonces marido, Miguel Boyer. En aquellos días, se dijo que la siempre delgada ex mujer de Julio Iglesias y Carlos Falcó, andaba ‘más seca’ que nunca debido a las preocupaciones y a unas pastillas muy fuertes que le había recetado el médico para mitigar sus migrañas y que, al parecer, adelgazaban.
Perfeccionista hasta la obsesión y esclava de una imagen que la ha convertido en la reina de papel couché, lo cierto es que, más allá de malas rachas personales y medicamentos, el hecho de que Isabel Preysler luzca a los 72 años la magra figura de una adolescente no es algo casual y, lo que es más alarmante, ni mucho menos saludable.
“La delgadez excesiva es mala a cualquier edad. Habría que aclarar que el índice de masa corporal se considera normal si está entre el 18 y el 25%. Siempre que se esté por debajo de esos parámetros, debería de indagarse si existe una causa orgánica que lo explique y ponerla remedio para subir de peso”, explica a LOC la Doctora María Amaro, especialista puntera en Nutrición y creadora del Método Amaro de pérdida de peso.
Un espejo ¿a imitar?
En su opinión, “creo que, además de esas cefaleas o de una posible mala época personal, hay algo más para explicar una delgadez extrema que, en mi opinión, no debería de ser justificada porque, al final, se trata de un personaje público y, como tal, es el espejo de muchas personas que tratarán de imitarla“.
Al contemplar su presencia cada vez más enjuta, resulta irremediable no pensar en esas odiosas dicotomías ante las que, tradicionalmente, se nos sitúa a las mujeres al ‘llegar a cierta edad’: ¿cara o culo? ¿ajamonarse o amojamarse?… “Lo de ajamonarse o amojamarse se empieza a fraguar a partir de los 40 o 45 años porque, al llegar a esa edad, el nivel de hormonas femeninas va a empezar a disminuir, provocando toda una serie de cambios en nuestro cuerpo y, por supuesto, en nuestras emociones. En esta etapa, conservar el tono muscular o la estructura facial va a ser mucho más complicado, debido al descenso del nivel de estrógenos. La piel se hace mucho más fina y la tendencia a deshidratarnos es mayor”, relata Amaro.
Pero la cosa no queda aquí. “Cada vez sintetizamos menos colágeno -proteína que, entre otras cosas, hace que nuestra piel esté tersa- en la dermis y empiezan a aflorar las arrugas. Además, la grasa empieza a ‘recolocarse’ en otros lugares (brazos, cuello o abdomen), modificando nuestra composición corporal”, continúa la especialista.
Efectos del paso del tiempo
¿Qué podemos hacer para mitigar, en la medida de lo posible y sin obsesionarnos, las secuelas del paso del tiempo en nuestro cuerpo? Los especialistas lo tienen muy claro: “El objetivo es tratar de cuidar la piel desde el interior, no sólo bebiendo mucha agua, sino también con una dieta sana y equilibrada“. ¿Y cómo debemos comer para que no se nos descuelgue todo? Pues parece que esa estricta dieta macrobiótica a la que tan aficionada era Isabel Preysler no es precisamente la más indicada para mantener ‘las cosas en su sitio’.
Tal y como insiste María Amaro a LOC: “La clave está en priorizar el consumo de proteínas de alto valor biológico (especialmente, huevos y también, pescados, carnes magras o, en el caso de los vegetarianos, legumbres), que son el secreto para nutrir nuestra musculatura y conseguir, de este modo, no solo que nuestros huesos estén más protegidos y nuestro metabolismo funcione a pleno rendimiento (no hay que olvidar que a más musculatura, más calorías se queman incluso en reposo), sino también que nuestros glúteos o, incluso, nuestros pómulos se mantengan en su sitio. Y, por supuesto, no olvidarnos, y esto es muy importante, de los hidratos de carbono complejos (que se encuentran principalmente en legumbres, tubérculos, semillas, etc) y las grasas saludables ( en las que son ricos el aguacate, los pescados azules, etc)”.
Hasta aquí, lo que deberíamos de hacer en la mesa. ¿Qué pasa con el gimnasio? “En lugar de machacarnos con rutinas de cardio para perder peso, deberíamos de enfocarnos en los entrenamientos de fuerza porque nuestra prioridad ha de ser mantener el volumen de nuestra masa muscular“.
Se mire por donde se mire, está claro que empeñarse en lucir un cuerpo de adolescente a los 70 años no renta. “Se está rindiendo un culto al cuerpo desmesurado. Intentar mantenerse a los 70 como a los 30 no es, se mire por donde se mire, saludable. La virtud no está en no envejecer, sino en estar sanos”.