Ojo con la liraglutida, el adelgazante que se está pinchando ‘todo el mundo’

por María Amaro

En este artículo del diario El Mundo analizamos este inyectable utilizado por pacientes diabéticos.

  Se trata de un medicamento que sólo se debería prescribir en casos muy concretos y cuya utilización requiere una supervisión médica  

Su nombre, Liraglutida, corre como la pólvora por gimnasios, piscinas y demás corrillos sociales. De él se dice que es el nuevo ‘método milagroso’ para adelgazar rápidamente sin pasar hambre, ni moverse demasiado. Pero, como cualquier atajo, éste también encierra unos ‘inconvenientes’ que, por desgracia, muchos no calibran en su justa medida, anteponiendo la estética a la salud.

¿Qué es, exactamente? “Es un fármaco inyectable de uso diario. Este medicamento, inicialmente utilizado en pacientes con diabetes mellitus tipo 2, forma parte de un grupo de fármacos que imitan la acción de una hormona llamada péptido similar al glucagón tipo 1 (aGLP1). Hoy en día, constituye uno de los pocos fármacos aprobados por la Agencia Europea del Medicamento para el tratamiento del sobrepeso y obesidad”, afirma Agustina Marengo, jefa de servicio de Endocrinología del Hospital Sanitas CIMA.

María Amaro, experta en nutrición y creadora del Método Amaro de pérdida de peso, nos explica cómo obra su aparente milagro: “La liraglutida estimula la liberación de la insulina, disminuye la del glucagón -hormona que segrega el páncreas- y retrasa el vaciado gástrico, potenciando la sensación de saciedad. Al retardar la absorción de la glucosa, hace que se reduzca la sensación de hambre y, como consecuencia de ello, se come menos cantidad, favoreciendo, de este modo, la pérdida de peso”.

Aunque, según precisa Lina Robles, nutricionista del Hospital Universitario Sanitas La Zarzuela, “la forma exacta con la que propicia la pérdida de peso no se conoce en su totalidad, parece que incide sobre las zonas del cerebro que regulan el apetito, al unirse a los receptores de GLP-1 en las células cerebrales y, por tanto, aumentando la sensación de plenitud y reduciendo la de hambre apetito”.

Hasta aquí, todo correcto. Pero la siguiente pregunta sería: ¿puede cualquier persona tirar de este fármaco para, por ejemplo, salir victoriosa en la Operación Bikini? La doctora Robles no deja lugar a la duda: “Su utilización siempre debe estar supervisada por un especialista y el objetivo es que cada paciente haga uso del mismo como ayuda y no como un remedio mágico. Es más, si no se acompaña con una dieta personalizada para cada caso y una rutina de ejercicio, no sirve para nada”.

¿Para qué tipo de casos sí estaría indicado, entonces? “Se utiliza en pacientes con obesidad de cualquier grado y también con sobrepeso que tengan asociado algún problema de salud relacionado al peso (por ejemplo: diabetes mellitus, hipertensión arterial, hígado graso, apneas obstructivas del sueño, entre otras)”, puntualiza la doctora Marengo.

Efectos secundarios que no se pueden tomar a la ligera

Cabe recordar que la obesidad es una patología que se diagnostica conforme “a unos criterios objetivos establecidos conforme al Índice de Masa Corporal (peso divido por altura al cuadrado)”, tal y como especifica Amaro.

Según esto, las únicas personas susceptibles de tomarlo serían, aclara la doctora Robles, “obesos, con un IMC de 30 o superior; y con sobrepeso y un IMC de entre 27 y 30 que presenten complicaciones relacionadas con el peso, como diabetes, niveles de grasa anormalmente altos en sangre, aumento de la presión arterial o apnea obstructiva del sueño (interrupción frecuente de la respiración durante el sueño)”.

¿Por qué tanto celo? Porque, tal y como reza su prospecto, los efectos secundarios que pueden producir no son, en absoluto, para tomárselos a la ligera. 

“Entre los efectos secundarios muy frecuentes y frecuentes -los que pueden afectar a más de una de cada 10 personas-, se señalan náuseas, vómitos, diarrea, estreñimiento, dolor de cabeza, problemas estomacales, mareos, alteraciones en el gusto o cálculos biliares. Se dice que desaparecen en pocos días o semanas, pero tengo constancia de que, en algunos casos, no es así”.

Una larga lista que nos hará pensar si realmente merece la pena jugárnosla por el capricho de lucir bien en traje de baño. 

Así que más nos vale hacer caso a los que saben de esto, los médicos: “Insistimos en que no se puede usar libremente y sin supervisión, ya que requiere un seguimiento específico para cada paciente”.

… visitar el periódico El Mundo…

 

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