En este artículo de El Mundo desvelamos las claves para superar el otoño con nota a la vez que reforzamos nuestra salud.
La alimentación es vital para combatir los resfriados y cargar nuestros depósitos de energía, bajo mínimos con tanto vaivén de temperaturas
Aunque toque y tenga ‘cierto encanto’, hemos de reconocer que el tránsito del verano al otoño y, posteriormente, al gélido invierno tiene ‘su aquel’. Bajan las temperaturas y, normalmente, lo hacen a lo bestia, sin previo aviso. Llegan las lluvias. Las heladas. El cambio de hora. Y todo eso, o andamos muy fuertes, o nos acaba pasando factura.
En este escenario de ciclogénesis y tiritonas, la alimentación es nuestro arma más poderosa para reforzar nuestro sistema inmune, combatir los resfriados y cargar unos depósitos de energía que, con tanto vaivén, se encuentran bajo mínimos.
Antropóloga, educadora social, especialista en nutrición y autora de ‘Alimenta tu vitalidad’ (Libros Cúpula), Gemma Hortet arranca con una premisa. “Deberíamos comer los alimentos propios de la estación y del clima del lugar en el que nos encontramos”. Y con dos recomendaciones: “En general, tomar alimentos con menos agua, porque enfría, y cocinados, porque el crudo también refresca demasiado”.
Hortet nos anima a que reparemos en los detalles. “Si nos fijamos en la naturaleza, los alimentos que se dan en las estaciones frías son más densos, tanto nutricional como gustativamente. En otoño e invierno, hay poca fruta y la que hay es densa, como las bayas o las granadas. Las naranjas aunque son una excepción, crecen en Valencia, porque en lugares como Madrid, con el frío que hace, no podría ser. Los frutos secos y las semillas también son propios de esta época. Al igual que muchos tipos de verduras que, a falta de la variedad de frutas que hay en primavera o verano, son nuestra principal fuente de vitamina C: brócoli, coles, acelgas, espinacas. Es conveniente consumir calabazas, zanahorias y boniatos que, además de ser carbohidratos de excelente calidad, son ricas en provitamina A, la que cuida de nuestras mucosas. Como se ve, la naturaleza es muy sabia. ¡Solo hay que seguirla!”.
Su colega y creadora del método que lleva su nombre, María Amaro, destaca el valor nutritivo de la calabaza. “Baja en calorías, es rica en fibra, minerales y vitaminas. Se caracteriza por su alto contenido en betacarotenos, fundamentales para cuidar nuestra piel y protegernos de los agentes externos como el viento o el frío. Por su sabor, es perfecta para cocinar todo tipo de platos, tanto salados como dulces, y podemos prepararla en cremas, cocida o asada”.
Y también del boniato. “Aporta una dosis de energía maravillosa. No es tan pesado como la patata, es altamente antioxidante y muy saciante. Lo podemos utilizar como acompañamiento en platos de carne o de pescado”.
Hablando de pescados, estas son las ‘apuestas’ de Amaro. “El bacalao es muy ligero, tiene un alto contenido en grasas omega 3. Es muy rico en calcio, clave para evitar la osteoporosis temprana, y fósforo, necesario para un buen funcionamiento del cerebro. El pez espada o emperador es muy sabroso y con un valor nutricional muy alto. También son fundamentales los salmonetes y las sardinas“.
En cuanto a las carnes, “el otoño es la época de caza y, por lo tanto, la temporada perfecta para comer perdices, codornices y faisán“. Obviamente, en este capítulo proteico, no podría faltar el rey. “Por su gran cantidad de proteínas de alto valor biológico, el huevo nos ayuda a la regeneración de los tejidos y el desarrollo muscular y tiene un alto contenido en vitaminas”.
Comidas que nos calienten: estofados, sopas, horno
Además de proteínas, para reforzar a tope nuestro organismo, Gemma Hortet aboga por “comer más legumbres y más cereales que en otras estaciones del año”. Las especias pueden desempeñar un papel clave en este aspecto. “Las especias en caliente van a aumentar la temperatura corporal, potenciar la inmunidad y mejorar nuestras digestiones. Algunas de las más destacadas son: la cúrcuma, el pimentón, la canela, el jengibre, el ajo, el comino, las pimientas o el romero”, apunta.
La nutrición energética, prosigue, “hace hincapié en algunos productos que son propios de estas estaciones que nos ayudan a eliminar toxinas, limpiar los pulmones y a mover la energía como son el nabo o la cebolla. Son alimentos medicina que no pueden faltar cuando hace frío”.
En relación a las cocciones, también es importante tener en cuenta que “las comidas nos han de calentar y reforzar, no enfriar y depurar. Por ello, los estofados largos, las sopas, el vapor, el horno o el wok son ideales mientras que deberíamos dejar de lado ensaladas, ceviches, escabeches y otras variaciones en crudo”. Bon appétit!