En este artículo publicado en el ABC hablamos de las causas de la grasa abdominal.
Los malos hábitos alimenticios, la falta de sueño y el
sedentarismo influyen en la obesidad abdominal
Además de la genética, la edad y el sexo, los malos hábitos alimenticios, la falta de sueño y el sedentarismo influyen en la obesidad abdominal, que aumenta el riesgo cardiovascular.
Para entender por qué algunas personas acumulan más grasa abdominal que otras hay que atender, por un lado a los factores no modificables, como la genética, el sexo y la edad; y por el otro, a los que son modificables: los hábitos alimenticios, la actividad física y las horas de sueño, como explica el Dr. Juan José López, especialista de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). Parece cierto, por tanto, que el componente genético (poligénico) puede producir una cierta tendencia familiar a su desarrollo. Sin embargo el Dr. López aclara que se da con más frecuencia si va acompañado de otros factores ambientales (falta de ejercicio y mala alimentación).
En cuanto a la influencia del sexo, el aumento de grasa en la tripa es más frecuente en el caso de los hombres y suele ir asociado, según asegura la Dra. María Amaro, al consumo de alcohol en exceso y al sedentarismo; mientras que en el caso de las mujeres suele aparecer tras la menopausia «debido a la disminución del nivel de estrógenos, que influye en la distribución corporal de la grasa».
Además, cuantos más años tengan tanto ellos como ellas, mayor es la tendencia a desarrollar ese tipo de obesidad pues el metabolismo basal disminuye y la tendencia a acumular grasa es más elevada a medida que la edad avanza; según aclara el dietista-nutricionista Ángel Soriano.
Los buenos hábitos ayudan
La buena noticia sobre la grasa abdominal es que se puede reducir con los buenos hábitos (alimentación, ejercicio y descanso) más fácilmente que la grasa que se acumula en otras partes del cuerpo.
Lo ideal para lograrlo es ponerse en manos de un profesional, si bien existen algunas pautas generales que pueden ayudar a trabajar con hábitos saludables. Por un lado, como proponen la Dra. Amaro, el Dr. López y Ángel Soriano, habría que evitar el consumo de alimentos con azúcares y grasas saturadas y primar la ingesta de vegetales (frutas, verduras, legumbres), de lácteos desnatados, de pescados blancos y azules, de huevos y de carnes magras. Pero además es importante, en contra de la creencia popular, que no se eliminen las grasas de la dieta porque estas favorecen el correcto funcionamiento hormonal. Lo que sí que debemos hacer es elegir grasas saludables, que son las que aportan tanto el aceite de oliva virgen como el aguacate, las semillas y los frutos secos.
Pero además se debe incorporar la actividad física a la rutina diaria de modo que se incluya un mínimo de 150 minutos a la semana de actividad aeróbica moderada (o 75 minutos de actividad aeróbica vigorosa) y al menos dos veces a la semana de entrenamiento de fuerza.
En cuanto al descanso, es aconsejable un mínimo de siete horas al día de sueño reparador, pues tanto el insomnio como el estrés son factores de riesgo importantes que favorecen la formación de grasa especialmente en el abdomen.
El problema no es solo estético
La grasa que se acumula en el vientre no es un problema estético sino de salud, pues no se limita a la grasa subcutánea sino que también incluye la grasa visceral del interior del abdomen y alrededor de los órganos internos. Su exceso está relacionado, según la Dra Amaro, con la aparición de cardiopatías, resistencia a la insulina, diabetes tipo 2, cáncer colorrectal, apnea del sueño, presión arterial alta, colesterol anormal y problemas respiratorios, entre otros.También se asocia con un mayor riesgo de muerte prematura.
